Al igual que las conductas adecuadas, el aprendizaje de las conductas desobedientes y de las conductas inadecuadas depende de sus consecuencias. Los padres de los niños desobedientes son generalmente menos asertivos, más laxos y menos consistentes en sus órdenes que los padres de los otros niños.
Sin embargo, se observa, también, que los padres de los niños que desobedecen muestran más dosis de conducta agresiva.
Debemos destacar los efectos negativos que las conductas aversivas y agresivas, tanto de padres como de hijos, tienen sobre la interacción familiar. Parte del hecho de que algunas conductas, tales como llorar, gritar, patalear, son conductas instintivas en el recién nacido.
En esta primera fase del desarrollo, estos comportamientos son adaptativos y su función es de supervivencia, ya que permiten que el bebé controle la conducta de la madre de cara a poder satisfacer sus funciones vitales básicas. P.e. cuando el bebé tiene frío, llora y la madre acude.
A medida que el niño va creciendo, va sustituyendo estas conductas rudimentarias por habilidades de comunicación más evolucionadas (expresar verbalmente la queja ó petición, etc.). Pero, a veces, los padres pueden favorecer que el niño siga utilizando esas conductas rudimentarias como forma de controlar el comportamiento materno, en lugar de conductas más adecuadas. Y si los padres responden a estas conductas más que a las otras más adecuadas, lógicamente se mantendrán y perpetuarán.
Patrerson, ahí enfatiza el papel del refuerzo negativo en la escalada y mantenimiento de las conductas inadecuadas, no sólo por parte de los niños, sino también por parte de los padres.
Por otra parte, está claro que las conductas de desobediencia e inadecuadas no sólo se mantienen por refuerzo negativo. El refuerzo positivo juega un papel importante en su mantenimiento. Los padres atienden, verbal ó físicamente, las conductas de desobediencia y frecuentemente ignoran los comportamientos adecuados.
Esto sucede porque se parte de que la obligación del niño es obedecer ó comportarse de forma correcta y, por tanto, no tiene que ser premiado ó halagado por ello. Así, un hijo puede realizar muchas conductas adaptativas a lo largo del día y no recibir ningún refuerzo por ellas.
Por el contrario, dado que un padre no debe consentir que su hijo sea desobediente ó se porte mal, cuando esto sucede enseguida riñe ó advierte al niño. Con esta advertencia, el padre hace dos cosas: .Le indica que se está dando cuenta de lo que está haciendo, cosa que no ocurría cuando el niño se comportaba correctamente. .Está prestando atención, y la atención, aunque sea en forma de regañina, sigue actuando como un potente reforzador. Consecuentemente, estas conductas suceden más a menudo que las adecuadas, dado que las atendemos y reforzamos más.
-Otras variables implicadas. Hay otras variables que influyen en el comportamiento de los niños: 1) Características propias de los padres: habilidades de comunicación, control, solución de problemas, manejo de la tensión… 2) Características de los hijos: presencia de mayor ó menor actividad, patrones de sueño y comida regulares ó no, mayor ó menor reactividad ante los estímulos, déficits en habilidades sociales, en solución de problemas, sesgos cognitivos (interpretación hostil de las situaciones, etc…), etc.. 3) De la interacción: problemas conyugales, familiares… 4) Externos a la familia: situación laboral, grado de ajuste social de los padres…
Dr Juan A Cruz Velarde Neurólogo www.neuronae.net