La hidratación es fundamental para mantener en perfectas condiciones el organismo, incluyendo el cerebro. Sin un nivel de líquido adecuado, el rendimiento cognitivo se ve comprometido en todas las edades, incluyendo los más jóvenes. Las funciones más afectadas son la memoria a corto plazo, la coordinación motora, el tiempo de reacción y la discriminación perceptiva.
El 90 por ciento del peso de nuestro cerebro se debe al agua que contiene. De ahí que acuse pronto la pérdida de este líquido.
Los primeros síntomas que delatan la escasez de agua en el organismo aparecen en forma de boca seca, cansancio, dolor de cabeza, dificultades de concentración, malestar general, calambres musculares, taquicardia o mareo, desorientación y en los casos más graves alucinaciones. Para evitarlo, los expertos recomiendan beber cada poco tiempo, sin esperara tener sed, porque cuando esta respuesta fisiológica nos asalta ya tenemos un cierto grado de deshidratación.
En concreto la materia gris, formada por los cuerpos de las neuronas, disminuye, en especial el núcleo caudado y en el cerebelo. Esta última estructura controla la coordinación de los movimientos, entre otras funciones, lo que podría explicar las repercusiones de la falta de agua en la coordinación motora.
La pérdida de agua hace que aumente la concentración de sales en la sangre lo que favorece que salga agua del interior de las células, que se encogen. En especial se ven afectados los astrocitos, un tipo de células del cerebro implicados en el transporte de agua y también en la comunicación entre las neuronas.
Estudios relacionan la deshidratación con un peor funcionamiento de la memoria de trabajo y de las funciones ejecutivas (las que nos permiten planificar nuestras actividades diarias). También empeora el procesamiento visoespacial. Estas funciones residen en el lóbulo frontal del cerebro, que al parecer, es muy sensible a la deshidratación. De ahí que cuando no tenemos un aporte de agua adecuado uno de los primeros síntomas sea la fatiga mental. Y es que la deshidratación obliga al cerebro a aumentar la actividad neuronal para lograr el mismo rendimiento.
Según los resultados, los participantes que desarrollaron una actividad intelectual en estado de deshidratación controlada mostraban un nivel más alto de actividad neuronal para alcanzar los mismos resultados que en condiciones de hidratación.
Las conclusiones pueden ser de importancia no sólo en el desarrollo de la actividad de un cerebro sano, sino también en sujetos con patologías psiquiátricas o neurológicas , y aún más en niños, ya que en el feto, más del 90 por ciento del peso corporal es agua, porcentaje que desciende al 75 por ciento en los recién nacidos y disminuye hasta un 60 por ciento en adultos y al un 50 por ciento en personas mayores. Y el 90 por ciento del peso de nuestro cerebro se debe al agua que contiene. De ahí que acuse pronto la pérdida de este líquido.
Por ejemplo , las plantas también responden al estrés por déficit hídrico a nivel celular y molecular Una de las principales respuestas al estrés hídrico es la modificación de la expresión génica, relacionada con la producción de enzimas clave en la vía de síntesis de osmolitos, proteínas con función protectora, enzimas antioxidantes, factores de transcripción y otras.
Ya en humanos estudios han relacionado también el estrés con la expresión o mayor activación de ciertos genes relacionados con las enfermedades cardiovasculares Los polimorfismos del gen EBF1 muestra asociación con las enfermedades vasculares en presencia del estrés se encuentran en los intrones del gen, esto es en la parte que no codifica para proteínas, en una región donde podrían afectar a la regulación de la expresión del gen.
En nuestra consulta recomendamos una buena hidratación en los niños con TDAH dentro de un plan integral nutricional y de tratamiento.
También en personas con demencia o deterioro cognitivo leve ha de extremarse el cuidado, ya que tienen mayor dificultad para interpretar la señal de la sed, con el consiguiente riesgo de deshidratación.
Saber más.... http://link.springer.com/article/10.1007/s12603-010-0108-8
DR Juan A Cruz Velarde Neurólogo www.neuronae.net