Existe en la actualidad más evidencias de que nuestros hijos están creciendo en una ambiente sedentario con malos hábitos alimenticios, y estos cambios en los hábitos de vida están relacionados con un comienzo precoz de enfermedades como la diabetes y la obesidad. Varios estudios han probado científicamente la asociación del sobrepeso y bajo rendimiento académico . El ejercicio ha demostrado mejorar habilidades cognitivas y rendimiento escolar.
La dieta y la forma de alimentación influyen en la función , en la conexión y en la plasticidad neuronal. Por ejemplo los ácidos omega 3 son fundamentales para la función y el desarrollo cerebral y se prescriben a niños con problemas de aprendizaje o déficit de atención y TDAH.
Conocido es que las dietas ricas en azucares refinados, grasas saturadas o alta en calorías generan sobrepeso y obesidad. Quizás menos conocida sea la influencia directa que tienen sobre el funcionamiento cerebral. Son consideradas perjudiciales al elevar el estrés oxidativo y reducir la conexión y creación de nuevas neuronas y su funcionalidad, además en su metabolismo disminuyen minerales , vitaminas y oligoelementos fundamentales para la función cerebral con las vitaminas del grupo B y el zinc.
Se han demostrado mediante Resonancia de cráneo diferencias en tamaño y estructura en determinadas áreas cerebrales relacionadas con las funciones de memoria, atención y autocontrol, con mayor desarrollo en niños con buena condición física y nutricional comparados con niños obesos.
Estos datos indican que el sobrepeso y la obesidad pueden estar asociados con un menor volumen cerebral y repercutir en las funciones cognitivas.
El ejercicio regular también influye en el cerebro, pues se ha visto que durante el mismo se producen factores de crecimiento neuronal también llamados neurotrofinas que incrementan la conexión neuronal de diferentes áreas cerebrales.
Es recomendable seguir una dieta rica en ácidos grasos esenciales, vitaminas B, y C, calcio, magnesio, zinc, cromo y hierro.
La presencia de piel y cabello seco, quebradizo, caspa, sed intensa, puede indicar falta de ácidos grasos esencial omega-3 y omega-6.
Es conveniente comer 2-3 veces por semana pescado azul seleccionando aquellos con menor riesgo de acúmulo de mercurio como sardinas, arenques, anchoa, caballa, salmón salvaje,..) o bien mediante suplementos dietéticos. Otra opción con alto contenido en estos grasos de origen vegetal son las semillas de lino trituradas que se pueden añadir a cereales en el desayuno.
También es se debe reducir al mínimo los azucares refinados, refrescos azucarados y bollería industrial, no sólo porque produce sobrepeso y obesidad sino también porque al ser azucares de rápida absorción generan aumentos súbitos de glucosa en sangre e hipoglucemia reactiva posterior.
Los cambios bruscos de la glucosa en sangre interfieren conductualmente en el niño provocando irritabilidad, fatiga, cansancio, perdida de energía en los momentos de hipoglucemia, y euforia, hiperactividad en los momento s de hiperglucemia , llegando incluso a poder provocar dependencia psicólogica. A modo de ejemplo, y esto lo conocen bien las madres, es el hecho de cómo el feto aumenta sus movimientos en el vientre materno cuando la madre consume productos azucarados, y también como se administra azúcar a la madre en las revisiones ecográficas cuando se quiere que el feto se mueva.
Es conveniente también regular el ritmo de comidas y hacer 5-6 comidas al dia con el fin de proporcionar al cerebro en todo momento un nivel de glucosa en sangre estable.
Evitar también comida procesada y con muchos colorantes.
Hay controversia en este sentido sobre la participación de numerosos conservantes y colorantes en problemas comportamentales. La reducción o eliminación de estos aditivos puede ayudar también a regular estos síntomas.
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