Este largo viaje comienza en el fluido mundo del útero y continúa a lo largo de toda nuestra vida, pasando por las diferentes etapas como son la infancia, la adolescencia e, incluso, posteriormente. A lo largo de todo este tiempo nos enfrentamos a muchos desafíos, hasta llegar a nuestro objetivo. Desde los intentos del bebé para hacer que su sistema articulatorio produzca los sonidos específicos de su lengua materna, hasta la expresión o comprensión de largas narraciones, las capacidades lingüísticas sufren diversos cambios.
En la actualidad, podemos concluir que a las 20 semanas de gestación, el sistema auditivo del feto está lo bastante desarrollado como para permitirle comenzar a procesar parte de los sonidos que se filtran a través del líquido amniótico. Desde este momento, el feto se encuentra inundado por una cacofonía de gorjeos y quejidos procedentes de la madre, junto con el ritmo constante de sus latidos. Estos serían los primeros estímulos auditivos, y por lo tanto, su primera relación con el lenguaje. Sin embargo, lo más estimulante de todo, son los sonidos filtrados del lenguaje.
A partir del sexto mes de gestación en adelante, el feto pasa la mayor parte de su tiempo de vigilia procesando estos especialísimos sonidos lingüísticos, cada vez más familiares, con las características exclusivas de la voz de su madre y de la lengua o lenguas que ésta hable. También se sensibiliza a la prosodia (entonación de las oraciones y pautas rítmicas de las palabras) que estructura el habla.
En los últimos tres meses en el útero, el feto está muy ocupado escuchando las conversaciones de su madre; lo que le dará la preparación necesaria para la vida en el mundo exterior. Por lo tanto, el recién nacido llega a este mundo preparado para prestar especial atención al habla humana y, en concreto, a la voz de su madre.
Estas precoces experiencias intrauterinas preparan al neonato para la recepción de elementos lingüísticos y en consecuencia, puede considerarse que desempeña un papel importante en el proceso global del desarrollo del lenguaje.
Ya sabemos el momento en el que se da del inicio de la adquisición del lenguaje, pero y el modo de ésta adquisición, cómo se realiza.
¿El neonato viene al mundo predispuesto a la adquisición del lenguaje a consecuencia de nuestra historia evolutiva humana? ¿Hay en el cerebro mecanismos especializados para el aprendizaje del lenguaje, o acaso el niño/a lo adquiere de un modo muy parecido a como aprende cosas acerca referentes a los mundos físico y social?
Estas dos teorías nos muestran la dicotomía entre la naturaleza (nature) (nuestra herencia biológica) y la educación (nurture) (el mundo que experimentamos). Ninguna teoría niega que tanto la naturaleza como la educación desempeñan un papel en el aprendizaje del lenguaje. Un dato a resaltar es que somos la única especie que ha desarrollado lenguajes gramaticales completamente articulados. En consecuencia, debe existir algo específico de la biología humana que nos lo haya permitido.
Sin embargo, la educación también debe desempeñar una función importante. En el mundo existen alrededor de 6000 idiomas diferentes y es obvio que nadie nace sabiendo ya inglés, español o ruso.
Podríamos concluir, que el conocimiento del lenguaje es el producto complejo de la interacción entre unas predisposiciones iniciales, relevantes para el dominio y la rica estructura de las entradas lingüísticas. Así pues, no es una cuestión de naturaleza o educación, sino, más bien, de la interacción entre las dos. La comprensión de esta interacción explicará, en último término, cómo se produce el proceso dinámico de adquisición del lenguaje desde el feto al adolescente.
¿Cómo puede el entorno favorecer la adquisición del lenguaje?
Durante el embarazo:
Interactúa con tu bebé, dirígete a él. Háblale, si sabéis el nombre, llámale ya por él.
El tono de voz con el que te dirijas será sueva y melodioso. Y el volumen será medio.
La madre deberá escuchar música, en especial clásica.
En el segundo trimestre de embarazo, el niño tiene un mayor desarrollo a nivel sensorial; por lo que sigue siendo conveniente los cantos y charlas como estímulo. Un buen método de interactuar con tu bebé es a través del tacto, podemos acariciar la tripa y hablarle, al sentir una patada.
Es muy importante la figura del papá, por lo que deberá hablarle al igual que lo hace la mamá, procurará hacerlo lo más cercano al vientre posible.
De 0 a 6 meses:
Hablar al niño desde el primer día, es el mensaje que deben captar quienes cuidan, atienden y, en definitiva, quieren al niño.
Háblale al niño en tono afectuoso, con frases cortas, diciéndole lo que se hace con él/ella o, simplemente, cantándole canciones sencillas.
Dirigirte al niño desde diferentes ángulos de la habitación o espacio de la casa. El niño girará su cabeza hacia su fuente emisora.
Ponle música suave y plácida.
Comparte música que imita sonidos de la naturaleza: pájaros, murmullos del mar, vientos suaves,…
Inicie el manejo de sus juguetes, haz sonar de forma suave su sonajero, el móvil que pende del techo,…
Juegue al ¡Cucú-tras!
Háblale sobre las distintas personas de su entorno y, ante dos o tres personas presentes, se le preguntará: ¿Dónde está…? Y el niño dirigirá su mirada hacia cada uno de ellos.
Hable con frases cortas y vocalizando cuidadosamente: el niño, trata de imitar tus movimientos bucales, emitiendo gorgojeos.
Muéstrale láminas, fotografías, dibujos y describe su contenido con frases cortas y tono afectuoso.
Al tiempo que se le muestra un dibujo o una foto, imita el ruido o sonido que hace:
El pájaro hace pio, pio.
El gato hace miau, miau.
Cántale canciones cortas, con estribillo. Al niño le encantan este tipo de canciones repetitivas, puedes acompañarlas con movimientos corporales en el niño. ¡Siempre mirándoles a los ojos!
Canciones para cada situación: para el baño, la comida,…Estas canciones pueden ser inventadas, pero el tono melódico de las canciones les encantan.
Las poesías también pueden ser un buen recurso.
Evitar sonidos de impacto ( cerrar puertas de golpe)
Evitar sonidos o ruidos superiores a 70dB. ( radio a mucho volumen, discusiones, gritos)
Walden
Psicología y Logopedia